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Moonstone: El arte como terapia

19 may 2022

Entrevista a la artista Jackie Moonstone

Moonstone: El arte como terapia


Por Moisés Salgado R.

Fotos: cortesía Jackie Moonstone


Kool Herc contaba que a principios de los setenta se desarrollaban fiestas privadas Djs, en sótanos de casas en el Bronx, antes de la legendaria fiesta que organizó su hermana en el nº 1520 de la avenida Sedgwick del Bronx. Para Herc el nacimiento de la cultura hip hop se dio cuando él empezó a sonar sólo los breaks de las canciones con las tornamesas en esa fiesta y cuando se empezó a intervenir los espacios públicos. El hip hop es una cultura del afuera, de lo público.


El hip hop está completamente conectado con la apropiación de los espacios públicos: parques, aceras, paredes, puentes, etc; también es sabido, que históricamente la utilización de estos espacios tiene rostro masculino (“la calle es para los hombres”), una fuerte razón, aunque no la única, para explicar por qué la cultura hip hop es tan masculinizada.

La participación de las mujeres en las diferentes esferas artísticas del hip hop, significa una transgresión cultural/política a la sociedad entera, e inclusive, al propio hip hop; donde posiblemente el mejor ejemplo esté en el graffiti, por las propias características e implicaciones de practicar este arte.


En los últimos años, existen cada vez más mujeres en la escena local del graffiti. Tal es el caso, desde el 2021, de Jackie Moonstone. La historia de ella en el hip hop, eso sí, no empieza con el graffiti, sino que se remonta al año 2006 con el baile.


Desde pequeña tuvo la posibilidad de contar con el apoyo e impulso de sus padres para involucrarse con temas relacionados al arte. Este impulso, según ella, le ayudó enormemente en su desarrollo artístico.

La maternidad y otras situaciones de vida la alejaron un tiempo del arte, pero a través de un proceso interno, llegó a la conclusión de que ser mamá no era excluyente de realizar diversas actividades, que no debía limitar los proyectos y anhelos de las mujeres. Gracias a ello, Moonstone está bien activa en el graffiti y las artes gráficas.


Hace algunos días, tuvimos una conversación con Jackie, que nos habló de su trayectoria y experiencias en el mundo del hip hop.


¿Cuándo se involucra Moonstone con esta cultura?


Antes de terminar la secundaria estuve un tiempo involucrada con una iglesia y fui líder de jóvenes y a pesar, que actualmente tengo una visión bien distinta de las religiones, esa experiencia me ayudó mucho, porque aprendí a trabajar con comunidades, a servir y ayudar a las personas, que es parte de la vocación de esta cultura.


Cuando ingresé a la Universidad, decidí estudiar Diseño Publicitario, entonces ahí tuve la formación más técnica, sobre tipos de dibujo. Paralelo a eso, conocí a María Fernanda Mora, integrante del grupo Sector Urbano, de la UCR. Con ella, yo siento que conocí qué era hip hop, porque ella nos ponía películas, nos hablaba de historia, sobre lo que era hip hop, y eso fue demasiado para mí, me parecía tan increíble lo que era hip hop.


También había otras películas como You got Served y Step Up, sobre batallas de break y baile que fueron importantes para mi formación. Estuve más de un año en Sector Urbano, bailando, también con otros grupos de baile.


Entonces iba muy de la mano el arte gráfico y visual con el arte de expresión del movimiento corporal; además en la UCR visitábamos comunidades en riesgo social, eso significó mucho porque todo iba amarrándose y teniendo un sentido, como un propósito.






¿Cómo te vinculaste con el graffiti?


Después de que terminé la U, estuve un tiempo alejada del arte, dejé de bailar y no le dedicaba mucho tiempo al dibujo, ni tenía ninguna plataforma para compartir mi arte. Me dedicaba a mi familia, en ese tiempo fui mamá y eso complejizó mucho mi situación. Aunque también hice muralismo educativo para kínder y escuelas.


Pero en 2018 tuve un encuentro conmigo misma y con todo eso que amé mucho que era el arte, porque la maternidad complica un poco más todo, pero el ser mamá no implica que deje de ser mujer, artista, bailarina, lo que quiera ser.


Ese encuentro conmigo misma me permitió abrir una red social y empecé a hacer trabajos en lápices de color y acuarelas en papel y lienzos, y un poco después también empecé a hacer live painting en el Pacífico Central, que me fascinaba porque en una hora tenía que ejecutar de principio a fin, y había interacción con la gente, también durante la pandemia me compré un kit de body painting.






Después en el 2019 conocí a Stone, un graffitero, que me dijo que mi arte era super bueno, que debería de mandarme a hacer paredes en la calle, y como retándome y sacándome de mi lugar de confort. Entonces me invitó a hacer un mural con otra gente, yo hice un acrílico, no usé lata.


Pero meses después me siguieron impulsando a usar lata, y pues ya tengo ocho muritos en lata, soy relativamente nueva en el graffiti.




Por lo que me contás, en el baile tuviste a María Fernanda como mentora y en el graffiti a Stone, ¿así lo consideras?


Totalmente, María Fernanda generó mi interés por el baile y la cultura hip hop, y sí, Stone me ayudó mucho a mandarme al graffiti, igual todo ese crew 139, donde está gente como Comic. Por ejemplo, en la primera producción que estuve con otros graffiteros y un par de chicas, fue muy tuanis, porque me motivaron, me estuvieron dando consejos, así que me sentí bienvenida.


¿Qué tal ha sido el encuentro con otras mujeres en la escena del graffiti?


Bueno, desde que empecé en graffiti vi que era una escena dominada por los hombres, y a pesar de que siempre me he sentido segura cuando ando pintando con ellos, yo no conocía a otras chicas que fueran graffiteras.


Pero, en enero de este año, se hizo una pintada como de 40 artistas en Cartago, y ahí conocí a varias chicas, por ejemplo, a Rosas, que ella está bien activa, que hace bastante taggin, bombing y piezas; nos conocimos ese día e hicimos click muy rápido, igual con Emme y otras chicas. Así que nos pusimos de acuerdo para salir a pintar e intervenir espacios juntas y fuimos a pintar a Calle Blancos por la línea del tren, hace algunos meses y para mí fue muy importante este espacio, porque estuvimos un rato hablando y decíamos que a pesar que es bien chiva salir a pintar con los maes, que tienen tanta experiencia y talento, el poder tener espacios donde estemos solo nosotras interviniendo paredes, compartiendo nuestras experiencias y cuidando detalles que solo como mujeres podríamos entender y tenerlo en cuenta es muy importante.





Ahora tenemos formas de ponernos de acuerdo, gestionar espacios juntas, compartir nuestro arte entre nosotras y apoyarnos.


Hace algún tiempo también, conocí a Diosa, otra graffitera, ella es super capaz e inteligente y muy buena para organizar, ella abrió el espacio Líneas Fieras, que es básicamente mujeres y graffiti, brindando herramientas técnicas a través de seminarios y talleres. Ya han estado realizando distintas actividades, hicieron un seminario donde vieron conceptos de muralismo, diseño, realismo, que son herramientas que nos ayudan mucho a todas.


Yo siento, que en este momento el tema de las mujeres en el graffiti está agarrando mucha fuerza.


¿Y cómo se vive entonces en la práctica el tema mujeres en el graffiti?


Yo he tenido, un recorrido amplio en la cultura hip hop para llegar al graffiti, y claro como mujer he tenido que dar muchas luchas. Pero en el caso específico de la escena del graffiti, yo estoy muy contenta porque todo el gremio ha sido muy inclusivo.


En mi experiencia, no he tenido situaciones donde me sienta excluida por los maes; todo lo contrario, siento que me han apoyado, y yo veo que, si una chica sube fotos de pintadas, los maes comparten y se interesan, también si organizan actividades nos incluyen.


Por otra parte, también tenemos lugares para abastecernos de materiales y compartir con gente del gremio, como Street Visual, Marlon, su dueño apoya mucho, que tiene la galería e invitan a chicas a ir a pintar o patrocinarles pintaditas.


De igual forma está el Hidrante que es un espacio bien chiva, que, además, una puede compartir con un artista con tanta trayectoria como Mush, que apoya, lo recibe super bien y hasta le pide un tagg por acá o lo invita a llevar canvas. O también con las actividades que hacen ahí y una puede conocer y compartir con otros artistas de graffiti.


Yo veo, por ejemplo, a Rosas que anda más haciendo vandal, que usualmente es más de noche y madrugadas, que le implica más riesgos, pero que en el gremio se acompañan y eso ayuda bastante.


Pero no se puede decir de lo mismo en la calle, ahí es donde se ven las dificultades de las mujeres en el graffiti. Por ejemplo, hace poco fui con mi hermana a hacer un graffiti, la motivé a hacer una pared conmigo en Guadalupe, mientras estuvo con nosotras Marlon de Street Visual, todo bien, pero al otro día tuvimos que ir sin él, si pasaron 40 carros en dos horas, gritándonos cosas, fueron pocos.


Es muy incómodo, es todo un reto para una, porque di en la casa no me va a pasar nada, y a pesar de todo, mandarse a la calle y dejar todos los miedos atrás, dice mucho de la voluntad de uno de expresar el arte que hacemos.


Esto porque para mí el arte es terapia, una forma de expresar, de liberar la energía que tengo y todo lo que tengo para compartir; es para la gente, para las comunidades, para inspirar a otras y otros a hacer esto. Este es mi motivo de hacer arte, expresar y compartir con otras personas.




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